por Ana Vicini
En los últimos años, el género policial parece haber recobrado vigor y una presencia destacada en la escena literaria. Prueba de ello, son la cantidad de festivales dedicados al género que se realizan en todo el país.
A los ya establecidos, como el Festival Azabache, en Mar del Plata, y el BAN, en Buenos Aires, hace pocas semanas se sumó Córdoba mata y del 2 al 4 de octubre, en el Espacio Cultural Universitario de la ciudad de Rosario, será el turno de La Chicago argentina., festival que contará con la presencia de autores destacados del género -como María Inés Krimer, Raúl Argemi, Juan Sasturain y Leonardo Oyola, entre otros- periodistas, historiadores, jueces y criminólogos.
Uno de sus organizadores es el escritor y periodista Osvaldo Aguirre.
¿Cómo y por qué surge la idea del festival?
La idea surgió a principios de este año, en una conversación con Carlos Sáez, editor de Del Nuevo Extremo. Carlos se preguntaba cómo podía ser que no hubiera un festival de literatura policial en Rosario. Ya el apodo histórico de La Chicago argentina lo exigía. Había que ver qué pasaba hoy; ya no se trata de seguir hablando de Chicho Grande y Chicho Chico y de Agata Galiffi, o no solamente de eso, porque hoy los hechos y los mitos de la Chicago argentina son la banda de los Monos, los “empresarios” Luis Medina y Delfín Zacarías, la secuencia de venganzas que desata el crimen del Pájaro Cantero, la aparición de sicarios, el conglomerado de personajes y la división del trabajo que se hace visible con las bocas de expendio de droga y el recurso generalizado a la violencia –típico de las estructuras mafiosas- para resolver diferencias entre las bandas delictivas y también entre comerciantes cuyas actividades están en el filo de la ilegalidad. ,
Rosario empezó a ser llamada La Chicago argentina por su actividad económica y el desarrollo del puerto; el mismo nombre se dio vuelta como un guante en los años 20 y 30 para referir a la instalación de organizaciones criminales. Hoy pueden verse esos mismos procesos: desarrollo económico y explosión criminal.
Además había una especie de requerimiento del presente: en los últimos dos años, la explosión de la criminalidad es el fenómeno social que identifica a Rosario. Y en tercer lugar, en el país y en particular en Rosario, hay mucha gente que trabaja desde distintos lugares –la literatura, la historia, la criminología, el periodismo- sobre aspectos relacionados con el delito y el castigo. Un festival podía ser el espacio donde reunir a esa gente, producir reflexión y debate alrededor de algunas cuestiones relacionadas con la criminalidad y contribuir a la difusión del género policial. Es también el modelo de otros encuentros similares que se vienen haciendo, en Argentina y en otros países.
Además de escritores del género, resalta la presencia de historiadores, sociólogos, jueces y diferentes estudiosos de la cuestión criminal. ¿Por qué?
Porque están tan involucrados y tienen tanta producción como los propios escritores. En el campo de la historia, por ejemplo, hay un desarrollo muy importante de estudios sobre el delito, la justicia, las culturas criminales. Además, porque la literatura moviliza y es un lugar de paso para el conjunto de los saberes y las especialidades.
¿Cuál considerás es el rol de la literatura frente a cuestiones sociales, en especial, la criminal?
La literatura puede desarticular los lugares comunes, provocar la reflexión, plantear nuevas preguntas. El sentido común que existe en torno a las cuestiones de la criminalidad es el más difícil de remover. Hay una serie de ideas instaladas como normales y correctas que funcionan, por ejemplo, para justificar el linchamiento de un chico que intentó robar un celular, como pasó en el barrio Azcuénaga de Rosario. Y cuando se plantea una instancia de análisis de ese episodio, cuando la justicia lo investiga, esas mismas ideas aparecen en la reacción de vecinos y en movilizaciones. Hay que ir en contra de esos consensos que parecen lógicos y naturales, hay que desmontarlos y ver cómo se construyen y cuáles son sus efectos.
¿Cuáles creés que serán las actividades más relevantes del festival?
Bueno, a mí me gustan todas las actividades previstas. Una que tal vez pueda tener un sentido especial es el homenaje a Ariel Avila, el cantante de La técnica del hip hop que fue asesinado por un soldadito narco en el barrio Empalme Graneros. Otra puede ser la conferencia de Roberto Bulit Goñi sobre economías delictivas y lavado de dinero. Y también las que apuntan a poner en discusión cosas que ya aburren de tan repetidas y poco argumentadas sobre el relato policial: que el relato policial, por ejemplo, es una especie de documento social, que es una suerte de género de denuncia. ¿De qué podríamos enterarnos a través de la literatura que no sepamos hasta el cansancio por el periodismo, el ensayo político o la simple circunstancia de vivir en la Argentina? ¿De los efectos del neoliberalismo, de la corrupción, de la brutalidad policial? ¿En qué sentido se podría decir que el género descubre o ilumina su época?
